“Con
San José, custodios de la vida”
Querida Comunidad Educativa del Valle
Iniciamos
el ciclo 2021 y renovamos las esperanzas de seguir acompañando la vida desde el
encuentro entre estudiantes, docentes, familias y todos los que hacemos la
Comunidad del Parroquial.
Los
desafíos del año pasado nos han enseñado que todos necesitamos seguir
aprendiendo. Lo compartido nos hizo mirar especialmente el tesoro más valioso
de la Comunidad educativa que son nuestros estudiantes y, en torno a
ellos, docentes y personal en general fuimos incorporando, ejercitando y
corrigiendo nuestras propuestas para ir respondiendo de la mejor manera
posible. También las familias, con compromiso y generosidad, sostuvieron, según
las posibilidades, a cada estudiante en sus actividades y, felizmente,
concluimos el año tan cansados como satisfechos de saber que en nuestra
Comunidad del Valle nuestros alumnos pudieron, en mayor o menor medida,
permanecer vinculados.
Vivamos
este nuevo ciclo lectivo con la misma creatividad, sabiendo que nos traerá
otros desafíos. Todos necesitamos volver a las aulas, y sabemos que nos
comprenderá el empeño de cada uno para hacerlo posible, y cuidándonos de
manera integral.
Felizmente
el Papa ha declarado el 2021, el año de San José, y nos proponemos como lema
“Con San José, custodios de la vida”, con todas las implicancias que tiene, la
salud física, mental, espiritual; el cuidado de la naturaleza; los vínculos; la
vida por nacer; la de nuestros ancianos y tantas otras expresiones de la
vida.
Cito unos párrafos de la carta Apostólica del
Papa Francisco con la que convoca a este año y nos podemos dejar inspirar
Debemos preguntarnos siempre si estamos
protegiendo con todas nuestras fuerzas a Jesús y María, que están
misteriosamente confiados a nuestra responsabilidad, a nuestro cuidado, a nuestra
custodia. El Hijo del Todopoderoso viene al mundo asumiendo una condición
de gran debilidad. Necesita de José para ser defendido, protegido, cuidado,
criado. Dios confía en este hombre, del mismo modo que lo hace María, que
encuentra en José no sólo al que quiere salvar su vida, sino al que siempre
velará por ella y por el Niño. En este sentido, san José no puede dejar de ser
el Custodio de la Iglesia, porque la Iglesia es la extensión del Cuerpo de
Cristo en la historia, y al mismo tiempo en la maternidad de la Iglesia se
manifiesta la maternidad de María. José, a la vez que continúa protegiendo
a la Iglesia, sigue amparando al Niño y a su madre, y nosotros
también, amando a la Iglesia, continuamos amando al Niño y a su madre.
Este Niño es el que dirá: «Les aseguro que siempre que ustedes lo
hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron» (Mt 25,40).
Así, cada persona necesitada, cada pobre, cada persona que sufre, cada
moribundo, cada extranjero, cada prisionero, cada enfermo son “el Niño” que
José sigue custodiando. Por eso se invoca a san José como protector de
los indigentes, los necesitados, los exiliados, los afligidos, los pobres, los
moribundos. Y es por lo mismo que la Iglesia no puede dejar de amar a los más
pequeños, porque Jesús ha puesto en ellos su preferencia, se identifica
personalmente con ellos. De José debemos aprender el mismo cuidado y
responsabilidad: amar al Niño y a su madre; amar los sacramentos y la caridad;
amar a la Iglesia y a los pobres. En cada una de estas realidades está
siempre el Niño y su madre.
Cada uno de nosotros tiene una gran similitud con San José, en cuanto
que se nos ha confiado la custodia de la vida, y desde lo oculto de las
aulas, y también en la virtualidad, los docentes acompañan por años las nuevas
generaciones, tantos estudiantes son discretamente amigos leales, buenos
compañeros, una mano tendida que integra… en los recreos, trabajos en grupo,
con quien se sienta al lado o comparte sus talentos; y la mayoría de las
familias que se esfuerzan desde lo imperceptible hasta lo inimaginable para
custodiar el bien integral de sus hijos.
A José de Nazaret, encomendamos este año para seguir custodiando
la vida que se nos confía.
Dios los bendiga.
P. Juan Martínez
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