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María, Madre del pueblo, esperanza nuestra

Querida Familia del Valle: Los 400 años del hallazgo de la Virgen Morenita en Catamarca, nos regalan la ocasión de hacer memoria, fiesta y testimoniar con esperanza la cercanía de Dios en la presencia de la Madre de Jesús.

El año mariano nacional nos ayuda a valorar la compañía de María que, durante cuatrocientos años, es testigo de la fe de muchos creyentes: Brochero, Fray Mamerto Esquiú, Belgrano, y tantos otros que nos animan a confiar en su protección en el camino de la vida.

A nosotros, este momento histórico del aislamiento preventivo, que tantos planes nos ha cambiado, nos desafía a confiar con María en que "nada es imposible para Dios" (Lc1,37) y, #QuedándonosEnCasa, a recrear vínculos, darnos más tiempo para el diálogo, hacer cosas juntos en casa, sanando heridas junto a nuestras responsabilidades personales y el compromiso de la escuela en casa.

La fiesta de la Virgen del Valle que celebramos el sábado 25 de abril, nos anima a confiar en que, como Madre, ella nos cuida con el mismo amor que cuidó a Jesús y que, en el Valle y desde hace 400 años, nos dice que permanece con nosotros.

Animados por la compañía de la Madre de Jesús en estas circunstancias especiales, en las que muchos nos sentimos cansados, solos, con miedo, problemas de salud, crisis en la vida de hogar, apremios económicos... hagamos lugar a esta Gracia, que es un regalo de Dios, para que seamos cercanos, con los modos y la creatividad que cada uno tenga, y servidores de la esperanza creyendo que lo mejor está venir, y que si hemos salido de tantas... esta situación también va a pasar.

Hagamos de este Valle nuestro, un lugar de cercanía fraterna: creyente desde la confianza en que Dios no abandona y humana sin mezquinar gestos de amor.
Así estaremos ayudando a muchos que ni siquiera imaginamos, sembraremos esperanza y algún día seremos reconocidos como auténticos hijos y hermanos en la Madre de Jesús.

Dios los bendiga.
P. Juan Martínez





La educación humaniza y personaliza al ser humano cuando logra que éste desarrolle
plenamente su pensamiento y su libertad, haciéndolo fructificar en hábitos de comprensión
y en iniciativas de comunión con la totalidad del orden real.
Capítulo 6 apartado 330. Documento de Aparecida.